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DELL'UOMO |
PREMIO INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS LUDOVIC TRARIEUX 2007
Premio Internacional de Derechos Humanos Ludovic Trarieux 2007
Internationalen
Ludovic-Trarieux-Menschenrechtspreis 2007
Prêmio Internacional de Direitos Humanos Ludovic Trarieux 2007
Premio Internazionale per i Diritti Umani Ludovic Trarieux 2007
Ludovic Trarieux Internationale
Mensenrechtenprijs 2007
Desde 1984
“El homenaje
de abogados a un abogado ”
CEREMONIA DE ENTREGA del Premio Internacional de Derechos Humanos Ludovic
Trarieux 2007 concedido a René Gómez Manzano (CUBA) BRUSELAS Senado Viernes 19 de Octubre de 2007 Juan
Escandell con sus homólogos Pedro
Fuentes Cid y Luis Fernandez, recogió en Bruselas, el prestigioso Premio
Internacional de Derechos Humanos Ludovic Trarieux concedido al abogado
cubano, Rene Gomez Manzano. La ceremonia de entrega se llevo a cabo en
el Senado belga por los colegios de abogados de Burdeus, Ginebra, Bruselas y
Berlin. El Premio Internacional Ludovic Trarieux fue presentado al Lic.
Escandell por el Presidente del Senado belga, el Lic. Armand de Decker, quien
afirmo que para los belgas y para los europeos "resulta inaceptable que
a los cubanos se les niegue el ejercicio de sus derechos políticos y
civiles". El Lic. Escandell ante el pleno de los magistrados y
senadores, entre otras personalidades de la sociedad política belga, afirmo
al aceptar el galardón a nombre de Rene Gomez Manzano, que el colegio de
abogados y el jurado de selección no se habían equivocado en la designación
de Gomez Manzano porque ciertamente "dentro de Cuba es que Rene ha
deseado luchar para el beneficio de todos los cubanos, y el comparte este
reconocimiento con los que también han puesto al margen su propio beneficio
para lograr un estado de derecho democrático para todos los ciudadanos del
país".
Prize was presenter by Mr Armand
DE DECKER, President of the Belgian Senate and Mr Robert DE BAERDEMAEKER,
bâtonnier de l'Ordre français des avocats au barreau de Bruxelles. (Speeches in Spanish and French
only. . DISCURSO DE BERTRAND FAVREAU, *(Traducción directa del francés de René Gómez Manzano.)
Cincuenta años después,
¿podríamos olvidar las esperanzas que ellos nos trajeron? Hubo el Manifiesto
de Todavía hoy esas esperanzas llevan los estigmas de
lo que iba a pasar después. Una leyenda para siempre: ellos eran los verdaderos
combatientes. El Che vencedor, sobre los vagones dislocados del
tren descarrilado en Santa Clara, después de haber guerreado en El sombrero de cowboy de Camilo Cienfuegos y su
larga barba puntiaguda de color de ébano, más propia de los tiempos de la
fiebre del oro; él, de quien se decía que resumía toda la alegría de los
hijos de La marcha triunfal de ocho días y ocho noches desde
Santiago de Cuba hasta Y con ellos, el cortejo de aquellos centuriones
ataviados de saco y bramante, mal afeitados, que representaban la epopeya y
la revancha de un gran pueblo esclavizado que había alcanzado su victoria. ¿Quién pudiera reprocharnos hoy de haberlos querido
tanto? ¿No era acaso la primera vez que en Latinoamérica el
ejército se había rendido al pueblo triunfante que lo había vencido, y no al
revés? Desde Herbert Mathews —que había sido el primero en exaltar en el New
York Times a los demócratas justicieros— hasta Errol Flynn, los Estados
Unidos habían sido los primeros en celebrar a los libertadores y en enviar al
mundo entero sus imágenes, o en marcar el tono de los artículos laudatorios
de la prensa. ¿Acaso los “norteamericanos” —como se les dice en Cuba— no
habían sido siempre los patrocinadores de todas las colectas de las
revoluciones cubanas, incluyendo la más reciente, creyendo así comprar para
lo futuro la conciencia de los pueblos liberados? Era así que antes reinaba el mal. Había existido la
dictadura de Machado. Los políticos sometidos al gran vecino y el régimen
mafioso de Batista habían sido el mal. Un bien iba a surgir del mal, alejado
para siempre del verde caimán por el “ardiente profeta de la aurora”. ¡Cuántos crepúsculos para esa aurora! El hundimiento
del gran sueño de 1959, que no duraría más que algunas horas de regocijo. Ludovic Trarieux, que era un hombre sencillo, sostenía
que el bien sucede al mal, o que el bien puede salir del mal. Pero nosotros
sabemos que el mal también puede salir del mal. En El Reino de Este Mundo, Alejo Carpentier —que
amaba tanto a Francia y cuya pluma tanto amamos, aunque nada haya sido capaz
de abrirle los ojos…— cuenta que cuando los primeros insurgentes de Santiago
tuvieron que erigir un fortín para defenderse de los peligros que los
acechaban, no tuvieron otra opción que recobrar viejos cañones abandonados.
Quiso la suerte que tuviesen que confiar su supervivencia a una mezcla
heteróclita de cosas amontonadas. Un cañón de El negro y el blanco apenas tienen cabida en Cuba,
la isla donde todo se escribe, se vive, se ve en colores. Colores múltiples y
abigarrados, los mismos que hicieron exclamar a Colón: “Esta es la tierra más
hermosa que ojos humanos han visto”. No solamente el monocromo “verde olivo”. Pero para qué afanarnos más frente a una admirable
longevidad que quedará en la historia. No estamos aquí para ladrar a las
estatuas. ¡Que ellas sean desmontadas mañana o que “Demasiado pronto nos
olvidamos de los muertos” Ni un día después de aquel día de octubre de 1492,
en que, cerca de Holguín, los taínos y los siboneyes, habitantes pacíficos,
habían descubierto aquellos grandes barcos de madera y a los hombres blancos
con cascos a quienes ellos acogían con frutas, bailes y ofrendas, sin soñar
que iban a subyugarlos, a contaminarlos con todas sus palabras civilizadas, a
exterminarlos y quemarlos vivos. Al extremo de que Bartolomé de las Casas,
que vio Y nunca más la libertad habría de reinar en Cuba
durante más de quinientos años. Cuatro siglos de colonización por el invasor
español, sesenta años de colonización indirecta entrecortada por la presencia
militar de “los norteamericanos”. ¿Y después? ¿Qué decir ahora cuando ni una sola pulgada del
territorio de Cuba es verdaderamente libre, desde Pinar del Río hasta
Guantánamo! La geografía no miente. Es ella la que desde hace
siglos quiere que la isla se presente como una presa permanente que trata de
escapar a las grandes fauces abiertas del Golfo de México, entre los
colmillos acerados de Después de todo, ¿acaso no hace ya tiempo que esos
“norteamericanos” han confiscado para su uso exclusivo el nombre de su
continente? José Martí, que vivió quince años en “las entrañas
del monstruo”, escribía en Nueva York, en sus Versos Libres: Dos patrias tengo yo, Cuba y la noche, ¿O son una las dos? El 30 de enero de 1959, Desde entonces, la promesa tantas veces reiterada de
restablecer Ciertamente, el referéndum existe, pero no hay un
partido político, una asociación, una prensa independiente que permita la
expresión del sufragio. Ni siquiera hay boletas para decir “no”. No hay otra opción que entre la sumisión, el
comprometimiento, o la prisión y la muerte. Más de cien mil cubanos en las
cárceles de Para huir del sufragio uniforme, la aprobación o la
detención, sólo hay, para muchos, un medio de votar. Hace muchos años que en Aprobar o partir. Uno no terminaría jamás de contar el número de esos
votos que se han expresado en una partida más que en un sufrimiento. Ciento treinta mil sólo durante el éxodo del Mariel. Entre ellos, Reinaldo Arenas, quien —sin embargo— lo
debía todo al régimen; él, que no soportaba ser obligado a esconderse en la
penumbra tibia de los parques públicos. Antes que anochezca; antes de esa
noche de Cuba en la que siempre susurraba la sombra imprevisible de los
agentes de la represión contra los homosexuales. ¡Y cuántos balseros, como Erick de Armas y tantos
otros, soñando con encontrar o construir una balsa, antes de encontrar el
avión milagroso que lo condujo aquí, a Bruselas, en 1994! Aceptar o morir. ¡Cuántos no han terminado jamás el viaje de Y los pelotones no han disparado sus últimas descargas. Como dice Esteban, el héroe de Alejo Carpentier en El
Siglo de las Luces: “Demasiado pronto nos olvidamos de los muertos”.
Proclamar que actualmente Cuba es una dictadura parece inaceptable. ¿Cómo
calificar un país donde no hay libertad de opinión, ni libertad de expresión,
ni libertad de asociación? Todas las tiranías tienen siempre sus turiferarios y
sus nostálgicos. Y para ello, cada año tenemos que aceptar revestirnos de una
nueva túnica de Neso, que en cada ocasión nos quema con un fuego siempre
renovado, pero también siempre injusto. Desear otra cosa para Cuba no es
estar al lado de la extrema derecha de Miami. No es tampoco aceptar los
horrores de Guantánamo, donde se perpetran crímenes bajo la cobertura del no-derecho. Estaremos siempre del lado de los que, a riesgo de
su libertad y de su vida, luchan por la democracia, donde quiera que se
encuentren. Pero, después de todo, ¿no hemos aceptado ser calificados como
furrieles del comunismo y agentes del KGB, o de secuaces del islamismo? También tenemos que aceptar, hoy como ayer, que
nuestro laureado no esté presente entre nosotros. Tal es la rigurosa ley del Premio Ludovic Trarieux. Queridos miembros del Jurado, no tenemos la vocación
de honrar a los contestatarios de salón. Desde el momento en que nos
dedicamos a exaltar los sufrimientos insignes, al igual que a socorrerlos,
sabemos que ineluctablemente serán llamados a primera línea aquellos que han
pagado con su vida, como Digna Ochoa; aquellos que se enteran de su
nombramiento en el fondo de una prisión en la que están olvidados desde hace
muchos años, como Nelson Mandela, Najib Hosni o Esber Yagmurdereli; o también
abogados cuyo combate hace que se les prohíba salir de su país, confinados de
conciencia, como Zhou Guoqiang, Parvez Imroz o René Gómez Manzano. ¿Tenemos que resignarnos a todas esas fatalidades?
¿A aceptar la fatalidad de la muerte de Hatuey, la fatalidad de los pueblos
colonizados, la fatalidad de la hegemonía americana? ¿Decidirse a la
dialéctica recurrente que opone el imperio del mal —convertido en eje del mal—
al gran Satán, recapitulando, en una contabilidad macabra, su cortejo de
muertos y sus cohortes de víctimas? “Una iluminación que
favorece de modo singular las riquezas inadvertidas de la realidad”. ¿Es que hay una fatalidad de la dictadura en América
Latina? Después de todo, conocemos a ese dictador. Conocemos
la definición de los diccionarios: dictadura es “una concentración de todos
los poderes en las manos de un individuo, de una asamblea, de un partido”, y
dictador es “una persona que, tras adueñarse del poder, lo ejerce sin
control”. Pero, además, conocemos su retrato, sus rasgos, sus defectos. Desde
hace más de cincuenta años, los más grandes novelistas latinoamericanos nos
han descrito al detalle el mundo aterrador de la dictadura “a la americana”. Es un abogado, Miguel Ángel Asturias, quien, por
haber participado en los años veinte en el alzamiento contra el dictador
Estrada Cabrera, amo de Guatemala, nos ha trazado el primer retrato: El señor
presidente, un presidente “atento a lo que ocurre en las vísceras más
secretas de los habitantes”, que todo lo ve, que todo lo oye y que termina
siempre por saberlo todo, simplemente porque él es el Mal encarnado. Y como el género no podía quedar sin posteridad, en
1967 Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa invitaron a varios autores a
escribir sobre esta particularidad del poder en Latinoamérica. Augusto Roa
Bastos fue el primero en responder. Su novela Yo, el Supremo escapaba ya a su
modelo José Gaspar Rodríguez de Francia, dictador del Paraguay de 1814 hasta
su muerte en 1840, para convertirse en el arquetipo del “dictador supremo y
perpetuo” que exige el reconocimiento y la sumisión por haber dado a su
pueblo “una patria libre, independiente y soberana”… y por haberla “defendido
de los ataques de sus enemigos internos y externos…”. Fue Cuba la que escogió Alejo Carpentier para su muy
cartesiano Recurso del Método. Pero otra dictadura: la de Machado. Su “Primer
Magistrado”, encarnación de todos los tiranos, viste un uniforme —prestado,
porque “él mismo se lo había echado encima, así, con galones y todo, un día
de alboroto juvenil”—, y se expresa con palabras de ocasión… “remachadas en
distintos registros, con las correspondientes mímicas gestuales” y que, sin
embargo, el sabe “gastadas, viejas, ineficientes” y “cien veces contrariadas
por sus actos…”. Casi al mismo tiempo, Gabriel García Márquez, en El
Otoño del Patriarca, con pocos miramientos hacia otro déspota, ha tallado, al
capricho de sus frases interminables, la visión del tirano desconfiado y delirante,
que no existía sino en un laberinto de frases siempre repetidas y nunca
verificadas, y de quien “los pocos periódicos que todavía se publicaban se
consagraban, como en el pasado”, a proclamar la eternidad. Y es el instigador, Mario Vargas Llosa, quien ha cerrado
el cortejo, el último año del último siglo, con el “Benefactor de Se trata, sin dudas, de igual número de novelas que
los críticos clasificarían en la categoría del realismo mágico. Género que,
después de todo, no es más que lo que Carpentier mismo definía como “una
iluminación que favorece de modo singular las riquezas no percibidas de la
realidad”. La caricatura roza apenas el exceso. Más allá de la
creación novelística, es la verdad que penetra: La del horror de la tiranía
para aquel que la sufre. La represión erigida en sistema exclusivo de gobierno;
la delación elevada al rango de virtud cívica; el hundimiento moral de un
pueblo sometido por el terror: exacciones y ejecuciones de todo género,
exterminio en ocasiones, codicia, protecciones extranjeras, sed convulsa de
poder que conduce ineluctablemente a negar toda humanidad a los otros. Y en
filigrana, para Gabriel García Márquez, esta lacerante y dolorosa pregunta:
El que gobierna con un poder tan absoluto, ¿puede escapar a la corrupción que
engendra ese mismo poder? Ninguno de ellos había pensado en eso. Ni el cubano
Alejo Carpentier, ni García Márquez o Roa Bastos, ni sobre todo Asturias —que
escribía en 1946 y que recibió el Premio Lenin de Conocemos en verdad el desfile: el que estigmatizaba
Asturias, que ha vivido bajo una dictadura, la de Jorge Ubico, aliado
incondicional de los Estados Unidos y protector de los intereses de ¿Pero qué debe importarnos que el dictador sea de
derechas o de izquierdas? ¿Que sea Pinochet o Ceausescu? ¿Honecker o Videla?
¿Franco o Lukashenko? ¿O una sabia mezcla de unos y otros? ¿Qué nos importa
que haya puesto fin a otra dictadura, aunque haya sido una aún peor! ¿Habría que admitir un dictador de derechas para
evitar uno de izquierdas, o uno de izquierdas para librarnos de uno de
derechas? ¿Hay que aceptar ser árbitro en la competencia de dictaduras?
¿Puede existir una tiranía mejor que otra? Un tirano puede ocultar a otro; y
la compasión humana no puede satisfacerse de comparaciones. Todo jurista sabe
que la dictadura, como la falsificación, no puede determinarse jamás por las
diferencias, sino sólo por las similitudes. El estado de dictadura se
determina por la situación reservada a quienes la sufren; y por aquéllos
entre los que se encontraría ese “peor” del que Calderón, en el título de una
de sus obras, ha dicho que no siempre era seguro. ¿Dónde debemos ubicar la frontera entre lo aceptable
y lo inaceptable? ¿Podría el odio del gran vecino justificarlo todo?
¿Bastarían los daños ocasionados por el Imperio para justificarlo todo? Hay
que seguir el andar terrible de esos hombres, patriotas indomables pero
consagrados a la defensa de los demás, que están inexorablemente condenados
al rechazo, los estigmas y —a veces— el exilio para escapar a los arrestos
siempre repetidos. ¿Será menester hablar aquí del suplicio sufrido por los
abogados? Algunos, aquí presentes, son el testimonio vivo: Juan Escandell
Ramírez o Pedro Fuentes Cid. El defensor de los
disidentes convertido en disidente. René de Jesús Gómez Manzano estaba a las puertas de
la adolescencia en 1959, cuando las multitudes cubanas acudían a los márgenes
de la gran Carretera Central entre Santiago y Fue durante una década Abogado de Oficio del
Tribunal Supremo. Allí, tras haber defendido en los años ochenta a muchas
decenas de disidentes, quedó imbuido de la ley superior que no se adapta a
las contingencias temporales, a las fronteras, ni a las circunstancias
políticas: el derecho natural, la ley del género humano. En 1990, considerando que la esencia misma del
abogado demanda que no sea funcionario de un estado totalitario, sino que
busque por sí mismo las vías de una independencia inherente al ejercicio de
la profesión, René Gómez Manzano decide reunir pacíficamente a todos los
abogados que piensan como él. Es entonces cuando funda ¡Agramonte! Bello nombre. ¡Qué referencia tan ilustre
la de Ignacio Agramonte y Loynaz! Su destino ha querido que él sea, sin
dudas, el menos conocido de los héroes de las guerras de independencia. Se habla siempre de Céspedes, de Maceo, de Máximo Gómez
o de José Martí. Agramonte, meteorito de la lucha, general a los 28 años, ¿no
es siempre olvidado? Sin embargo, Agramonte, hijo del Camagüey, ¿no es
acaso el héroe más puro de Él es el “libertador”, el “salvador de la revolución”,
el “campeón de la libertad”, el “apóstol inmaculado”: la posteridad no ha escatimado
los elogios. Pero el título menos conocido y el que mejor le cuadra es el de
“abogado ilustre”. Abogado, hijo de abogados. A diferencia de José Martí, y
mucho antes que él, Agramonte no tuvo tiempo de escribir. No tuvo tiempo más
que para abogar, combatir y morir. ¿Qué signo más bello de patriotismo que Ignacio
Agramonte habrían podido reivindicar los miembros de Él es el símbolo del alma cubana, del patriotismo
más exigente y más puro, y todos los que vendrían después de él no habrían de
ser más que epígonos. Tras librar 45 batallas, murió a los 32 años en el
combate del potrero de Jimaguayú, en el corazón de esa tierra que habría de convertirse
para siempre en la “tierra agramontina”. Y el colonizador español se ensañó con
el cuerpo del héroe muerto antes de quemarlo. De él habría de decir José
Martí: “Nunca fue más grande que cuando los enemigos profanaron su cadáver…”. Después de todo, ¿qué de sedicioso quería En una palabra: ese grupo de abogados independientes
reivindicaba el derecho a no tener que responder más que ante sus clientes, y
no ante el gobierno cubano. Querían constituir lo que bajo otros cielos se
denomina un colegio de abogados. ¿Era pedir demasiado a la democracia? El
legalista René Gómez Manzano demandó de las autoridades cubanas la
inscripción de su asociación de abogados. No recibió respuesta alguna.
Después, el Ministro de Justicia le envió una: decidió expulsar a René Gómez
Manzano del bufete colectivo al que pertenecía. Ya no tenía derecho a ser
“abogado”. El defensor de los disidentes se había convertido en disidente. Quien recurre al derecho en un país en el que no
rige el estado de derecho, está destinado a la persecución. Las reuniones de
los miembros de Allí donde no hay oposición no puede haber otra cosa
que disidentes. Un periodista que no trabaja para los medios oficiales, al
igual que un abogado que no trabaja en los bufetes colectivos, es considerado
como un “enemigo del Estado” o un “mercenario de Pese a todo, la revista jurídica de los
“agramontistas” aparece desde entonces. De manera irregular, con una periodicidad
que nadie puede prever. Cada número es una aventura peligrosa. Cada entrega
debe ser dada a luz en medio del dolor y la clandestinidad de los escritos de
resistencia. El número que se ha publicado en los últimos días es sólo el 6.
¿Está prohibido el boletín porque los comentarios y las disertaciones son
inaceptables? Juzguemos más bien por los meros títulos de los artículos,
aunque sean críticos: “El ejercicio de la abogacía: vocación, profesión,
frustración”, “Libertad sindical, protección del salario y derecho a la
huelga”, “La democracia en Cuba”, “Estado peligroso”, “Emigración legal,
confiscación de bienes y prescripción de derechos”, “Fundamentos de derecho y
violaciones de los convenios de “La verdad y la ternura
no son nunca inútiles”. Disidente: aquel “que profesa una religión distinta
de la religión oficial”. La primera condena del disidente es la que él debe
imponerse a sí mismo: la de nunca renunciar y recomenzar siempre. Era un llamado a la emancipación de la sociedad
civil, savia nutricia de toda democracia, el que quería lanzar René Gómez
Manzano. El silencio de la sociedad civil podía tener una sola explicación:
el consenso o la esclavitud. El consenso se expresa en las urnas; la
esclavitud se amuralla en lo inexpresable. A pesar de su expulsión y de las “desventuras” de Mayo de 1997: René Gómez Manzano funda un nuevo
movimiento, junto a dos economistas —Martha Beatriz Roque Cabello y Vladimiro
Roca Antúnez, antiguo piloto de guerra e hijo del “héroe revolucionario” Blas
Roca— y un ingeniero —Félix Bonne—: el Grupo de Trabajo de “¡ El 16 de julio de 1997, tras haber enviado el
documento al Comité Central del Partido, que había convocado a la discusión
de su propio texto, sus cuatro autores fueron detenidos y lanzados a prisión.
Durante diecinueve meses habrían de ignorar los cargos que pesaban contra
ellos y permanecerían sin ver a un juez. Tras diecinueve meses de detención, un rápido juicio
a puertas cerradas se celebró en El 4 de marzo de 1999, Vladimiro Roca fue condenado
a cinco años de prisión; René Gómez Manzano y Félix Bonne Carcassés, a cuatro
años; y Martha Beatriz Roque, a tres años y medio. Además, por ser abogado,
René Gómez Manzano fue inhabilitado para el ejercicio de la abogacía durante
cinco años. Era la primera vez que Amnistía Internacional lo declaraba preso
de conciencia. Tras el rechazo de tres solicitudes de habeas corpus y catorce
meses adicionales pasados en una cárcel de alta seguridad en la que permaneció
el grueso de su condena sin atención, sin contacto con su familia, René Gómez
Manzano fue liberado finalmente el 23 de mayo de 2000: era el penúltimo de Los
Cuatro. No por ello se desanimó. Desde su salida, fue, junto
a los otros dirigentes del Grupo de los Cuatro, uno de los fundadores de En mayo de 2005 El éxito tuvo corta duración. El 22 de julio de
2005, René Gómez Manzano se encontraba en cama, aquejado de gripe. Ese día la
policía acudió a su domicilio a detenerlo por perturbar el orden público.
Martha Beatriz Roque había convocado a una reunión ante Al día siguiente soltaron a veinticuatro de ellos.
Otros seis salieron varios días más tarde. Sólo tres tuvieron un destino más
riguroso, y entre ellos René Gómez Manzano. Esos tres fueron acusados en
virtud de Sin haber comparecido jamás ante sus jueces, René
Gómez Manzano permaneció encerrado durante cerca de dos años en una prisión
de alta seguridad de Las Villas, nombrada Nieves Morejón. Por conducto de su
hermano presentó una solicitud de habeas corpus: una persona encamada con
gripe no puede perturbar el orden público, alegaba. La solicitud fue
declarada sin lugar. René Gómez Manzano fue puesto en libertad el 8 de
febrero de 2007 sin haber comparecido ante un tribunal. También en esta
ocasión Amnistía Internacional lo había declarado preso de conciencia. Sin dudas, él no es el único; y no debemos olvidar
aquí a los otros abogados. Juan Carlos González Leiva es también uno de los
colaboradores del Boletín de Pero allí la sanción era perpetua, pues él no debía
volver a disfrutar de sosiego. Desde entonces ha debido sufrir hostigamiento,
citaciones, todo tipo de advertencias indebidas de “Repudios”: reuniones bien organizadas en las que
los simpatizantes del régimen son encargados de abuchear a la víctima, lanzar
piedras y otros objetos contra sus ventanas, impedirle el sueño y prohibirle
todo acceso a sus amigos y familiares. A menudo, las brigadas de respuesta rápida
y los comités de defensa de Rolando Jiménez Pozada es otro miembro del colegio agramontista
de abogados independientes. Desde 2002 él era el Director del Centro
Democrático Pinero de Derechos Humanos, en Nueva Gerona, la capital de Rolando Jiménez Pozada habría pintado algunos
letreros irreverentes que atañían al Supremo o Patriarca. Rolando Jiménez
Pozada fue detenido en 2003, durante la gran represión de El 6 de abril de 2007, tras tres años de aislamiento
en la prisión de El Guayabo, un tribunal, en un proceso también secreto,
condenó a Rolando Jiménez Pozada a doce años de privación de libertad por
desacato. Al final de su último artículo sobre el habeas
corpus, en el Boletín de Casi en la conclusión de El reino de este mundo,
Alejo Carpentier escribía: “Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe
para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca
conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que
tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más
allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está
precisamente en querer mejorar lo que es. Es imponerse Tareas. (…) Por ello,
agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en
medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima
medida, en el Reino de este Mundo.” Lo que busca René Gómez Manzano para su país en el
Reino de este Mundo es la democracia. Es por ella que padece y espera. Hubiera podido escoger otra vía: la sumisión, la
aprobación, la resignación, antes que la oposición, la rebelión y la prisión.
Él jamás se ha apartado de su oposición pacífica, lo que significaba la
aceptación de todos los sacrificios para sí mismo. La tarea que él se ha impuesto, como el sufrimiento
que ha padecido y padece todavía hoy, dan la verdadera dimensión de su vida. Ésta
mide por añadidura la pequeñez o la cobardía de la nuestra. Y es por eso que si hay un abogado en el mundo que entre
tantos abogados cubanos que padecen mereciera el Premio, ése es —más que
ningún otro, pero junto a tantos otros— René Gómez Manzano. Y es por eso,
también y aquí, que lo recibe, a través de los océanos, pese a las
prohibiciones, más allá de las contingencias de un día que jamás alterarán la
fuerza de los mensajes. Pues hay mensajes que atraviesan el espacio, como
otros atraviesan el tiempo. Animado del presentimiento de su muerte, en vísperas
de su desembarco en A su hijo, en un último mensaje, le escribió: “Adiós,
sé justo”. Y le remitió su reloj, como para legarle el sentido del tiempo y
la virtud de la paciencia. A su esposa, ese mismo día, le escribió estas
últimas palabras: “La verdad y la ternura jamás serán inútiles”. Era 1895. La justicia, la verdad y la ternura.
También la paciencia. ¿Cuánto tiempo aún y cuántos sufrimientos tendrá que
padecer Cuba para que la última voluntad de José Martí sea por fin cumplida! (Traducción directa del
francés de René Gómez Manzano.) Discursoenespañol- Traducción directa del francés de René Gómez
Manzano.In pdf
al Comité que otorga los Premio
Internacional de Derechos Humanos Ludovic Trarieux 2007 René Gómez Manzano Abogado
Independiente
Ilustres
dignatarios y personalidades presentes en este acto de premiación, Me siento muy honrado de tener la posibilidad de dirigirles estas
palabras. Desde luego, hubiera preferido poder hacerlo personalmente, pero si
esta grabación es proyectada en la ceremonia de entrega del premio, ello
significará que esa posibilidad me estuvo vedada por el contumaz inmovilismo
del régimen totalitario cubano, el cual se ufana de autodefinirse como una
dictadura, mantiene las normas constitucionales que consagran el papel
dirigente del partido único sobre el conjunto de la sociedad y del Estado y
no sólo ha borrado de sus textos supralegales toda alusión al derecho de los
nacionales a entrar y salir libremente del Territorio Nacional, sino que se
arroga de hecho la facultad de autorizar o no cualquier viaje de sus súbditos
al extranjero, lo que implica que se comporta como si los ciudadanos fuesen
una especie de esclavos o siervos de la gleba que sólo pueden hacer aquello
que su señor les autoriza graciosamente. Por desgracia, así ha sucedido en mi caso, pues a pesar del apoyo
generoso que me prestaron el señor Presidente y los miembros del Jurado,
todas esas gestiones han resultado ahora baldías, en razón de la negativa del
nuevo equipo gobernante del país, encabezado hace ya algo más de un año por
el hermano menor del dirigente histórico de casi medio siglo, a otorgar a
tiempo el “permiso de salida” que se requería para que yo pudiese viajar a
recibir el premio personalmente. Por consiguiente, puedo afirmar que mi ausencia de esa ceremonia
constituye una prueba más de la triste realidad que vive hoy nuestra Patria,
que, pese a los preocupantes acontecimientos acaecidos en los últimos años en
la fraterna República de Venezuela, continúa siendo en puridad el único país
del Hemisferio Occidental que no disfruta de una democracia representativa y
pluralista, en el cual no se respetan los derechos humanos internacionalmente
reconocidos y el que —por añadidura— se encuentra sumido en una profundísima
crisis. Señoras y señores: Estas palabras mías no deben ser muy largas,
teniendo en cuenta que en este acto de premiación debe hacer uso de la
palabra en mi nombre el señor Juan Escandell Ramírez. A él y al colega
europeo que deberá acompañarlo los he autorizado para que uno de ambos,
indistintamente, acepte en mi nombre el prestigioso premio internacional que
me ha sido otorgado, así como para que reciba las constancias de su
otorgamiento. A pesar de esa necesaria brevedad, debo decir que en mi país es notable
la labor de los centenares de organizaciones que de un modo u otro luchan en
pro del respeto de los derechos humanos, pese a la intensa represión desatada
contra ellas por el régimen totalitario, que ha convertido a Cuba —no
obstante su población relativamente pequeña— en el país occidental con mayor
número de presos de conciencia en el mundo. Todas esas organizaciones, en algunos casos sin estar conscientes de
ello, son seguidoras y continuadoras de la obra inmortal de Ludovic Trarieux,
cuya memoria es perpetuada ahora en este galardón que tanto prestigio ha
venido adquiriendo desde que hace ya más de dos décadas le fuera otorgado por
vez primera al valeroso luchador anti-apartheid Nelson Mandela. Creo que es justo y necesario decir que este premio que se me ha
otorgado constituye también un reconocimiento a la notable labor desplegada
por todas esas entidades contestatarias cubanas, a todo lo largo y ancho de
nuestro archipiélago. Quisiera aprovechar esta ocasión para mencionar específicamente a la
mayor agrupación de organizaciones independientes de nuestro país, la
Asamblea para Promover la Sociedad Civil, que en mayo de 2005 llevó a cabo en
nuestra capital el histórico primer congreso de demócratas cubanos. Me siento
honrado por haber sido y seguir siendo uno de los tres miembros del Ejecutivo
de esa coalición. También considero un honor haber presidido, desde su fundación y hasta
la actualidad, una de las más de tres centenares y medio de organizaciones
que integran la mencionada Asamblea: como seguramente ustedes habrán
imaginado, me estoy refiriendo a la Corriente Agramontista, una agrupación de
abogados independientes de la que forman parte actualmente en suelo cubano
una veintena de juristas aproximadamente, a los cuales habría que sumar
varias decenas más que se han visto obligados a emigrar por la represión del
régimen totalitario. Nuestra pequeña Corriente, cuyo nombre se deriva del apellido del
ilustre abogado, libertador y mártir de la independencia cubana Ignacio
Agramonte, caído gloriosamente en combate contra las fuerzas colonialistas en
1873, puede enorgullecerse de ser la única agrupación de juristas que lucha
expresamente en nuestro suelo en pro del establecimiento del Estado de
Derecho en Cuba, de la independencia del Poder Judicial, del libre ejercicio
de la abogacía, de una Fiscalía que ajuste su actividad a criterios técnico-jurídicos
y no políticos, y del restablecimiento de los colegios de abogados. Porque debo decir que en nuestro país, a pesar de que esas
instituciones databan de 1840, los colegios de abogados fueron objeto
primeramente de una llamada “toma revolucionaria” que permitió echar a un
lado a sus directivas democráticamente electas, y después fueron simplemente
disueltos. Tras varios lustros sin contar con alguna institución que los
representase siquiera formalmente, los hombres de leyes cubanos tuvieron la
posibilidad de ingresar a la Unión Nacional de Juristas, institución que,
debido a su carácter declaradamente gobiernista, jamás ha podido contar en
sus filas con la totalidad de los letrados del país, y que, aunque es
formalmente autónoma, en realidad fue creada por el régimen totalitario a su
imagen y semejanza, con el único fin de institucionalizar el supuesto apoyo
de la clase togada al sistema castrista. También existe la Organización Nacional de Bufetes Colectivos (ONBC),
que encuadra a todos los que ejercen la abogacía, ya que en la Cuba actual
está terminantemente prohibido desde 1974 el libre ejercicio de nuestra libre
profesión. La falta de legitimación de esas dos instituciones para que se las
pueda considerar como verdaderas representantes de los juristas cubanos, se
pone de manifiesto en un hecho objetivo irrebatible: no se conoce ni un solo
caso en que una o la otra hayan levantado su voz para defender a un compañero
injustamente perseguido; y conste que no han faltado ocasiones para ello:
hasta donde sé, nuestra Patria ha tenido el triste privilegio de ser el único
país cuyos hombres de leyes han sido objeto de una operación policial en toda
regla, dedicada especialmente a ellos, en cuyo curso fueron arrestados,
enjuiciados y sancionados a muchos años de prisión decenas y decenas de
juristas de todo el país. Este ataque masivo en contra de nuestra profesión recibió el sugestivo
nombre de Operación Toga Sucia. Esta purga de corte estalinista tuvo otra
faceta más: en 1984 fueron formalmente “disueltos” los bufetes colectivos
hasta entonces existentes, y en su lugar fue “creada” una institución
teóricamente “nueva”, a la cual los abogados en ejercicio se vieron obligados
a “solicitar su ingreso”. Mediante esta treta, 110 de los cerca de 800
abogados en activo en aquella época fueron separados del ejercicio
profesional. Como “justificación” de este arbitrario despido masivo se esgrimió el
argumento de que los “no admitidos” no llenaban el requisito establecido en
el Decreto-Ley No. 81 de que el postulante tuviese “condiciones morales
acordes con los principios de nuestra sociedad”. En la práctica, este
eufemismo señala la obligación en que se encuentra el abogado cubano de
poseer lo que en el argot castrista se denomina “integración revolucionaria”,
que no es más que la aceptación expresa de las políticas del gobierno y del
partido único, así como la pertenencia a las llamadas “organizaciones de
masas”, que también apoyan al régimen que las creó, y en las cuales los
ciudadanos son regimentados siguiendo criterios de vínculo laboral, vecindad,
sexo, etcétera. El mencionado Decreto-Ley sigue vigente hasta hoy, lo que ha servido
para que los dirigentes de la ONBC nieguen la posibilidad de ejercer la
abogacía a aquellos compañeros que no comulgan con el sistema o que
simplemente no son de su agrado; además, es frecuente que aquellos que forman
parte de esa organización y mantienen una actitud contestataria, sean
expulsados de la misma, como en 1995 hicieron con el que les habla sin
siquiera incoar el expediente disciplinario que manda la Ley. Estas limitaciones llamarán más la atención si las contrastamos con el
reducido número de juristas en activo. Se da la paradoja de que nuestro país,
que es el de mayor cantidad per capita de médicos o deportistas en toda la
América Latina, es al propio tiempo el de menor número de abogados. Se trata,
indudablemente, de una secuela de aquellos tiempos no tan lejanos en que los
personeros del actual régimen enarbolaban alegremente una consigna pasmosa:
“¿Abogados para qué?” Por lo demás, los agramontistas hemos denunciado la falta de
independencia del aparato encargado de administrar justicia. Se trata no sólo
de una realidad de hecho, sino también de una situación plasmada en las leyes
y basada en criterios teóricos con los que no podemos comulgar: el actual
régimen cubano rechaza expresamente la tripartición de poderes (que estuvo
vigente desde el nacimiento de nuestra República en 1902) y enarbola en su
lugar la concepción monista del Estado; de acuerdo con el artículo 121 de la vigente
Constitución de la República, “los tribunales constituyen un sistema de
órganos estatales, estructurado con independencia funcional de cualquier otro
y subordinado jerárquicamente a la Asamblea Nacional del Poder Popular y al
Consejo de Estado”. No existen asociaciones profesionales de funcionarios
judiciales. En el plano económico, no es mucho mejor lo que puede decirse del
sistema de trabajo profesional implantado por el régimen castrista; baste
decir que muchos abogados perciben salarios inferiores a los de trabajadores
administrativos, y los mejor pagados reciben emolumentos que, cambiados en
las casas autorizadas al efecto, equivalen a unos veinte o treinta dólares al
mes. Repito el dato para los que tal vez piensen que he sufrido un lapsus
linguae: nuestros colegas mejor pagados perciben menos de un dólar al día. Toda esta triste realidad, así como la actitud de la Unión Nacional de
Juristas y de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos (que jamás han
expresado una crítica, sino que se han limitado a aplaudir y apoyar las
medidas del régimen), constituyen la razón de ser de nuestro movimiento
agramontista, el cual ni siquiera está organizado formalmente, ya que la
solicitud hecha al amparo de la vigente Ley de Asociaciones hace ya más de quince
años para constituir la Unión Agramontista de Cuba no ha sido respondida
hasta hoy… Esto no ha impedido que hayamos efectuado encuentros, realizado
estudios jurídicos y redactado varios memoriales en los cuales hemos
solicitado a las autoridades del país el restablecimiento del libre ejercicio
de la abogacía y la independencia de la Administración de Justicia, una
amplia amnistía para los presos políticos y algunos otros, reformas
legislativas, etcétera. También hemos editado nuestro boletín, el último número del cual (el 6)
vio la luz a fines del pasado mes de agosto. Desde luego, aquellos de
nosotros que en uno u otro momento hemos estado en aptitud legal para ello,
hemos continuado defendiendo a nuestros hermanos opositores y activistas de
derechos humanos. También hemos tenido el honor de ser la única agrupación de juristas
cubanos radicados en la Isla que ha solicitado el cese de la persecución
contra compañeros nuestros víctimas de hostigamiento y represión, en especial
de los que han sido arbitrariamente encarcelados. Y debo decir que no
alcanzan los dedos de una mano para contar a los juristas miembros de la
Corriente Agramontista que hemos estado privados de libertad durante años en
uno u otro período. Permítanme por ello que, como primera petición, les dirija la de que
expresen su solidaridad con el colega que en estos momentos más necesita de
ella, el abogado agramontista Rolando Jiménez Pozada, quien permanece
injustamente encarcelado en la Prisión de El Guayabo, en su natal Isla de la
Juventud, desde abril de 2003 y a quien a principios del presente año, tras
un juicio amañado en el que no le permitieron defenderse a sí mismo (como lo
autorizan las actuales leyes cubanas) y en el cual él ni siquiera estuvo
presente, fue sancionado a doce años de privación de libertad. Casi está de
más decir que cualquier apoyo que ustedes puedan brindarle a él y a los
restantes presos políticos cubanos será motivo de nuestro reconocimiento más
sincero. Distinguidos amigos: Quisiera que me permitieran dedicar este premio a
aquellos que más han sufrido y sufren por su activismo pacífico en pro de la
democratización de Cuba y del respeto de los derechos humanos de sus
ciudadanos: los presos políticos y de conciencia. Son ellos (los que integran
el tristemente célebre Grupo de los 75 y todos los demás) quienes deben estar
primordialmente en las mentes de nosotros, sus compañeros de lucha pacífica,
y me sentiría muy reconfortado si mis palabras sirvieran para reafirmar la
actitud solidaria que sé que ustedes han manifestado sistemáticamente y
continúan manifestando hacia todos los que en el mundo son víctimas de la
persecución y la violación de los derechos humanos. Mesdames et messieurs, à la fin de mon message, je vous prie de me
permettre de prononcer quelques mots en français. ** Premièrement, je veux le faire afin de rendre hommage en sa belle
langue à ce grand citoyen de la France, de l’Europe et du Monde dont le Prix
qui vient d’être livré à mon représentant porte le nom illustre. L’œuvre
immense faite par Ludovic Trarieux en luttant contre l’injustice et le
racisme et en créant avec succès la première organisation de défense des droits
humains, cette véritable épopée mérite le souvenir de tous les hommes et les
femmes de bonne volonté, maintenant et toujours; donc je remplie un véritable
devoir en présentant mes hommages à sa mémoire glorieuse. Deuxièmement, je veux le faire afin de souligner le grand honneur que
le décernement du prestigieux Prix International Ludovic Trarieux constitue
pour moi, pour mes collègues de la Corriente Agramontista et pour tous mes
compatriotes qui luttent d’une façon pacifique pour le respect des droits humains
et pour le triomphe de la démocratie à Cuba. Troisièmement, je voudrais vous prier encore une fois de ne pas oublier
le juriste Rolando Jiménez Pozada et les autres trentaines de prisonniers de
conscience cubains, qui souffrent maintenant dans les geôles de mon pays dans
des conditions terribles. Mes amis et moi, nous sommes sûrs que vous
continuerez de leur accorder votre solidarité et votre appui.* Merci beaucoup à vous tous! ¡Muchas gracias! René Gómez Manzano, Abogado Independiente Palabras de Juan
ESCANDELL RAMIREZ
Me apartare brevemente del protocolo de mis breves palabras en este
magnifico acto para recordar que hace poco mas de 80 anos, el ilustre
penalista espanol Don Luis
Jimenez de Asua, sufrio arbitrario confinamiento en las Chafarinas y gracias a la solidaridad del gremio de
abogados en todo el mundo fue posible su libertad; entre aquellos abogados
que protestaron se encontraban abogados cubanos de la talla de Fernando Ortiz
y Emilio Roig de Leuchsenring. Permitanme decirle que ayer, mis colegas y el equipo
de Radio y TV Marti, radio que ahora mismo trasmite
en directo para Cuba esta ceremonia, estuvimos en el Palacio de Justicia de Belgica, todos coincidimos en considerar, que solo donde
se respeta la ley y la justicia pueda tomarse en serio, podia
existir un edificio tan majestuoso para tan importante funcion. Personalmente al entrar al recinto percibi la
presencia de la Diosa Themis, desterrada de nuestro pequeño pais hace ya casi medio siglo; como asi
estan desterrados mas de dos millones de cubanos. Colegas, tengan por seguro que no se equivocaron al elegir al Dr Rene de Jesus Gomez Manzano como ganador del mas prestigioso y antiguo
premio, que los abogados europeos otorgan a un abogado por su destacada labor
a favor de los Derechos Humanos. Desde Hesiodo hasta Gabriel Garcia Marquez, nuestra profesion ha sido blanco de criticas
por la literatura universal. Pero convencido estoy que Aristofanes
no habria escrito “Las avispas” si hubiera conocido
a Nelson Mandela, Paz Zuniga,
Digna Ochoa, Gomez Manzano y otros premiados por el
Ludovic Trarieux. Todos
ellos hasta la fecha constituyen un ejemplo para los abogados de todo el
mundo. Quiero reconocer en esta ceremonia donde los abogados europeos rinden
homenaje a otro abogado, la conducta valiente y heroica del Batonnier Braffort quien
durante la ocupacion nazi de Belgica
se negara a entregar al comando militar aleman la lista de los abogados judios.Los abogados cubanos no olvidaran al distinguido Batonnier. Distinguidos colegas, este premio no es solo de Rene, es de todos sus
colegas que asi lo sentimos y asi
tambien lo reconocio el
propio Gomez Manzano que lo hizo extensivo a todos los opositores que dentro de Cuba
luchan por el respeto de los Derechos Humanos. Perdonenme en este instante reconocer a mis amigos
que me acompanan al Dr Luis.F. Fernández y al exprisionero
político por 17 anos el Dr. Pedro fuentes Cid, que abandonaron sus
importantes tareas y sufragándose sus gastos están aquí en representación de
la abogacía cubana, particularmente en representación del Comité de abogados
por la libertad del colega Rolando Jiménez Pozada. Seria imperdonable no aprovechar la ocasión de estar en la capital de
la Unión Europea, en la tierra del Rey Caballero, para demandar de los
abogados del continente, con espíritu de gremio que se solidaricen con la
injusta y arbitraria prisión que padece nuestro colega Rolando Jiménez
Pozada, sancionado a 12 anos de privación de libertad en un juicio secreto,
sin ninguna garantía y que peculiarmente resulto penado con 4 anos mas de los
que solicitaba la fiscalía. Pero desde este lugar sagrado de Bélgica con espíritu de justicia
exhortamos a todos los países de la Unión Europea a que exijan al gobierno
cubano que liberen a los centenares de presos políticos que se están muriendo
en las mazmorras cubanas. Sepan en Europa, que el gobierno interino del señor Rail Castro no se
ha movido un solo milímetro de sus posiciones. La ausencia de René a este
acto es la prueba irrefutable de la afirmación anterior. Como cubano y español, como súbdito del reino de España al que
pertenezco por ostentar la ciudadanía española, le expreso al Rey, que el
gobierno actual se equivoca en su política hacia Cuba. Condenamos que en su
fiesta nacional los opositores no hayan sido invitados. Sin embargo aquí en Bélgica, hemos sido invitados para premiar por su
incansable labor al Dr. René Gómez Manzano. La lista de agradecimiento seria larga, pero resulta necesario
reconocer a los colegas que se quedaron en Miami y que constituyen el comité de abogados por
la libertad del colega Rolando Jiménez Pozada
a los cubanos que desde innumerables paginas web
apoyaron este evento y especialmente a los miembros del jurado del Ludovic Trarieux 2007, A Bertrand Favreau, Robert de Baerdemaeker, Ives Oschinsky y Thierry Bontinck. Muchas gracias. * MEMBRES DU JURY 2007 : Bâtonnier Robert De
Baerdemaeker, (Bruxelles), Bâtonnier Christian Charrière Bournazel, Bâtonnier
désigné (Paris), Bâtonnier Yves Oschinsky, Dauphin , (Bruxelles), Presidente
Mario Lana, Unione Forense (Roma), Bâtonnier J.-Pierre Chantecaille, ( La
Rochelle), Bâtonnier Bertrand Favreau, IDHAE (Luxembourg), Me Christophe
Pettiti, IDHAE (Luxembourg), Me Thierry Bontinck, IDHAE (Luxembourg), Me
Marie-France Guet, IDHAE (Luxembourg), Me Zbigniew Cichon, (Cracovie), Me
Rusen Ergec, (Bruxelles), Me Frédéric Krenc, (Bruxelles), Me Brigitte Azema
Peyret, IDHBB (Bordeaux), Me Raymond Blet, IDHBB (Bordeaux), Me Philippe
Froin, IDHBB (Bordeaux), Me Hélène Szuberla, IDHBB (Bordeaux), Michel
Puechavy, ,IDHBP (Paris), Me Nicole Dehry, IDHBP (Paris), Me Nathalie
Korchia, IDHBP (Paris), Me Annapaola Specchio, (Roma) |
** **Señoras y señores, para terminar mi mensaje, les ruego que me
permitan pronunciar algunas palabras en francés.
En primer lugar, quiero hacerlo a fin de rendir homenaje en su
bello idioma a ese gran ciudadano de Francia, de Europa y del Mundo cuyo nombre
ilustre lleva el Premio que acaba de serle entregado a mi representante. La
obra inmensa realizada por Ludovic Trarieux al luchar contra la injusticia y el
racismo y al crear con éxito la primera organización de defensa de los derechos
humanos, esa verdadera epopeya merece el recuerdo de todos los hombres y
mujeres de buena voluntad, ahora y siempre; por lo tanto, cumplo un verdadero
deber al rendirle homenaje a su gloriosa memoria.
En segundo lugar, deseo hacerlo a fin de subrayar el gran honor que
el otorgamiento del prestigioso Premio Internacional Ludovic Trarieux
representa para mí, para mis colegas de la Corriente Agramontista y para todos
mis compatriotas que luchan pacíficamente en pro del respeto de los derechos
humanos y del triunfo de la democracia en Cuba.
En tercer lugar, quisiera pedirles una vez más que no se olviden
del jurista Rolando Jiménez Pozada ni de las otras treintenas de prisioneros de
conciencia cubanos, que sufren actualmente en las cárceles de mi país en
condiciones terribles. Mis amigos y yo estamos seguros que ustedes continuarán
brindándoles vuestra solidaridad y vuestro apoyo.
¡Muchas gracias a todos ustedes!